¿Cansado pero despierto? Cómo el insomnio transforma tus días y tus noches

El insomnio es la dificultad para iniciar o mantener el sueño, permanecer dormido o despertarse muy temprano sin poder volver a conciliar el sueño.

El insomnio es la dificultad para iniciar o mantener el sueño, permanecer dormido o despertarse muy temprano sin poder volver a conciliar el sueño. Entre un 30 y 50 % de las personas han reportado insomnio en algún momento de sus vidas. A veces podemos tener dificultades para dormir de manera ocasional, pero para algunas personas esto se convierte en un problema crónico que afecta significativamente su calidad de vida.

Efectos del insomnio y cómo impacta nuestro día

El insomnio nos deja cansados y afecta la memoria, la atención y la concentración. También influye en nuestro estado emocional, provocando irritabilidad, ansiedad, depresión, disminución del rendimiento laboral o académico, e incluso aumentando el riesgo de accidentes. A largo plazo, se asocia con presión arterial alta, diabetes y debilitamiento del sistema inmunológico.

Un solo día sin dormir puede transformar por completo nuestra jornada: podemos sentir lentitud mental, menor tolerancia al estrés, poca motivación, fatiga y cansancio, afectando nuestra toma de decisiones, nuestras relaciones personales y nuestro desempeño en las responsabilidades diarias.

El insomnio puede contribuir al desarrollo de problemas de salud mental o empeorar los ya existentes. Es importante descartar que no sea causado por una condición física u orgánica, por lo que se recomienda una evaluación comprensiva.

Condiciones físicas que pueden causar insomnio:

  • Dolor crónico: Enfermedades como la artritis, migrañas, dolores musculares o fibromialgia dificultan encontrar una posición cómoda para dormir.
  • Enfermedades cardiovasculares: La hipertensión, palpitaciones nocturnas y la insuficiencia cardíaca pueden alterar el sueño y generar ansiedad.
  • Problemas respiratorios: El asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (COPD o Bronquitis Crónica) y la apnea del sueño pueden interrumpir el descanso nocturno.
  • Condiciones gastrointestinales: El reflujo gastroesofágico (GERD), úlceras gástricas o el síndrome del intestino irritable (colitis ulcerativa y enfermedad de Crohn) pueden causar acidez o molestias abdominales.
  • Trastornos hormonales: Cambios hormonales, especialmente relacionados con las tiroides (hiper- o hipotiroidismo), la menopausia (sofocones nocturnos) o el síndrome premenstrual, pueden interferir con el sueño.
  • Problemas neurológicos: Enfermedades como el Parkinson, Alzheimer o el síndrome de piernas inquietas alteran el ritmo normal del sueño.
  • Problemas urinarios: La hiperplasia prostática benigna y las infecciones urinarias provocan urgencia y molestias nocturnas que interrumpen el descanso.
  • Infecciones o fiebre: Durante un catarro o proceso infeccioso, la fiebre, los escalofríos y el malestar general pueden dificultar el sueño.

Condiciones de salud mental relacionadas al insomnio:

  • Trastorno de ansiedad generalizada: Las preocupaciones constantes dificultan conciliar y mantener el sueño.
  • Depresión: Muchas personas con depresión se despiertan en la madrugada y no pueden volver a dormir.
  • Trastorno de estrés postraumático (PTSD): Las pesadillas, recuerdos intrusivos y la hipervigilancia interfieren con el descanso.
  • Trastorno bipolar: Durante episodios de manía o hipomanía, la persona puede dormir poco sin sentirse cansada; en fases depresivas puede haber insomnio persistente.
  • Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC): Los pensamientos repetitivos y rituales dificultan el inicio del sueño.
  • Trastorno de pánico: Algunas personas experimentan ataques de pánico durante el sueño, lo que genera temor a dormir.
  • Trastornos por uso de sustancias/medicamentos: El consumo de alcohol, estimulantes o ciertos medicamentos puede alterar el patrón del sueño.

Consejos para combatir el insomnio:

  • Crea una rutina constante: Acuéstate y levántate todos los días a la misma hora.
  • Ambiente cómodo: Asegúrate de que tu habitación esté oscura, fresca y silenciosa. Evita las pantallas de los televisores y duerme con ropa cómoda.
  • Evita estimulantes: Reduce el consumo de cafeína (café, bebidas energizantes, té) y nicotina, especialmente en la tarde o noche.
  • Desconexión digital: Apaga el celular o la tableta al menos una hora antes de dormir. Las redes sociales pueden sobreestimularte.
  • Relájate antes de dormir: Practica respiración profunda, meditación o toma un baño tibio.
  • Actividad física: Hacer ejercicio regularmente ayuda, pero evita ejercitarte justo antes de acostarte.
  • Evita siestas largas: Si necesitas descansar, haz siestas de 20 a 30 minutos, preferiblemente antes de las 3:00 p.m., para no interferir con el sueño nocturno.

Si el insomnio persiste durante varios días o semanas, consulta a un psicólogo o psiquiatra para explorar las causas y recibir tratamiento adecuado. El sueño es vital para procesar información, regular emociones, consolidar memorias y mantener el equilibrio corporal. Cuidar nuestro descanso es cuidar nuestra salud.

Nota: Este artículo no constituye una relación médico-paciente. En caso de emergencia psiquiátrica o emocional, llame al 9-1-1 o al 9-8-8, o acuda a la sala de emergencias más cercana.

Wilnelya Morales Rosado, MD
Médico Psiquiatra